Póster creador por mí de los cuatro líderes de la rebelión: Agron, Espartaco, Crixo y Gannicus.
lunes, 24 de agosto de 2015
domingo, 23 de agosto de 2015
HABLEMOS DE... AGRON
¡ALERTA SPOILERS!
Todo lo dicho a
continuación son opiniones personales sobre un personaje de ficción que no me
pertecene.
Agron es, indiscutiblemente, mi personaje favorito de la serie. Me
gusta todo de él. Todo.
Agron en 'Sangre y arena' |
Agron es un germano del Este del
Rin que fue tomado prisionero y vendido como gladiador al ludus de Batiato junto con su hermano Duro. Durante su estancia en
la escuela no muestra
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miércoles, 19 de agosto de 2015
DUERME, AGRON (Nagron Fanfic)
Agron
siempre había pensado que aguantaría bien el dolor físico. Era un hombre
fuerte, una bestia del este de Rin. Y, sin embargo, ahí estaba, asustado como
un niño chico pese a no querer reconocérselo a sí mismo. Dos romanos lo
sujetaron con fuerza y estiraron sus brazos sobre una tabla de madera. César,
con una sonrisa triunfante, esperaba con los clavos y el martillo. Iban a
crucificarlo. Su corazón latía rápido. Tragó saliva. Pero no permitiría que los
putos romanos le viesen así, por lo que gastó las pocas energías que le
quedaban en fulminarlos a todos con la mirada. El traidor de César se agachó y
colocó un clavo sobre la palma de la mano de Agron. Tras un fuerte martillazo
llegó el dolor. Y todavía quedaba más. El gladiador no pudo evitar dejar
escapar gritos de agonía para el deleite de sus captores, que disfrutaban del
sufrimiento ajeno (y más en alguien del círculo de confianza de Espartaco). Por
un instante al germano se le pasó por la cabeza decir todo lo que sabía,
traicionar a Espartaco con tal de que aquel clavo no siguiese traspasando su
carne y sus huesos. Pero no, tenía que esforzarse y contenerse. Además, ya era
tarde para hablar, su sentencia en lo alto de la cruz estaba firmada. Poco
tardó en maldecirse a sí mismo porque semejante idea ruin hubiera surcado su
mente. Sus gritos seguían inundando el campamento convirtiéndolo en el centro
de todas las miradas, tanto de compañeros como de enemigos. El dolor de sus
manos se extendió por sus brazos y el peso muerto de su cuerpo maltrecho cuando
lo elevaron no contribuyó a mejorar su situación. Porque así es como estaba,
moribundo, a un paso entre este mundo y el siguiente. Uno a uno, los romanos se
fueron marchando. El último fue César, que lo contempló bajo la cruz.
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